Reparto: Rooney Mara, Jude Law,
Catherine Zeta-Jones, Channing Tatum, Vinessa Shaw, David Costabile, Andrea
Bogart, Polly Draper.
Valoración: 7 / 10
EFECTOS SECUNDARIOS, TERCIARIOS Y CUATERNARIOS
Por Lucía Pérez García
Exijo que me dejen leer el prospecto, porque no sé si lo que
tengo es un efecto secundario que me crea confusión y caos mental, o es que no
estoy totalmente recuperada del visionado de la película. Algunos recomiendan
una segunda sesión de cine para reducir los síntomas, pero no estoy segura de
que eso sea suficiente. Hacen falta, además, grandes dosis de atención y
concentración, silencio absoluto y una activación máxima de los cinco sentidos
sin lo cual, da igual las veces que repitamos, que nunca quedaremos del todo
curados.
Para la que supuestamente es su última película, Steven
Soderbergh (Traffic, Erin Brockovich)
no ha querido arriesgar demasiado: ha elegido un tema “protesta” de esos que
están tan de moda últimamente; le ha dado un toque, bastante grande, de
suspense y unos giros un tanto impostados pero resultones; ha tirado de actores
seguros, que han trabajado y retrabajado para él en otras ocasiones y que son
de sobra conocidos por el público; y ha sabido utilizar con inteligencia todos
sus conocimientos técnicos, y a todos sus técnicos, para crear un ambiente
ciertamente inquietante. De tales ingredientes no es posible sacar una obra
maestra, pero si una película que a poca gente dejará indiferente, algo que en
estos tiempos no ocurre todos los días.
La atmósfera es en todo momento triste, confusa y decaída. A
lo cual contribuyen: la fotografía nebulosa, firmada por el mismo director bajo
el seudónimo de Peter Andrews, los primeros planos de una Rooney Mara (trilogía
Milenium de Stieg Larsson) increíblemente
“deprimente” y la desconcertante música de Thomas Newman (Erin Brockovich, Wall-E, Skyfall) que te perfora el cerebro a base
de sonidos monótonos, vacíos, silenciosos, a veces cargantes, otras obsesivos y
otras incluso terroríficos. Todo está pensado para introducir al espectador en
el mundo de la locura y la depresión.
A mi parecer, tan solo algunos detalles desentonan. En
primer lugar, un Jude Law poco convincente como psiquiatra, que parece tomarse su profesión un poco a cachondeo, y no solo por poner el dinero por
encima de la salud de sus pacientes. Aunque al final consigue rehacerse y resultar
algo más creíble. Y en segundo lugar, un giro final extraño y algo forzado, que
no por ello resta interés a la trama.
Total, que he llegado a la conclusión de que ver esta
película es como conducir: es necesario estar completamente despierto y
despejado, con la mente clara y con los cinco sentidos puestos, en este
caso, en la pantalla.
PD: si tienen alguna duda, consulten a su farmacéutico.
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