Por Lucía Pérez García
El número de adaptaciones de Madame Bovary es indirectamente proporcional al número de palabras que quedan por decir de ellas, y directamente proporcional a la monotonía de la que se queja Emma Bovary. Una mujer que no se cansa del lujo y la buena vida, y que en cada película toma un cuerpo diferente para poder seguir viviendo a lo loco (Jennifer Jones, Isabelle Huppert, Frances O'Connor…). Esta vez la elegida ha sido Mia Wasikovska. Una actriz que de presencia inclasificable. Normalmente hipnótica e inquietante, seria y taciturna: Stoker (Park Chan-wook, 2013), Maps to the stars (David Cronenberg, 2014), El viaje de tu vida (John Curran, 2013)… es difícil encontrar un papel que no le valga, sobre todo cuando el papel sale de un libro.
Más allá de estas valoraciones, y de la belleza de la atmósfera fría y semioscura en contraste con los colores que viste la protagonista (en un intento vano por ser feliz), la adaptación de Sophie Barthes no aporta nada nuevo (la de Vicente Minelli de 1949 es la mejor en este sentido) a una historia que con el tiempo, a la vez que actualizarse, ha perdido todo debate crítico. Los actos de Emma Bovary no dejan de ser inmorales (el hecho de suprimir la maternidad les resta un poco de maldad), pero son tan comunes en una época –la nuestra- en la que el carpe diem es el pan de cada día, que habrá quien incluso premie a esta mujer hastiada, cuya moraleja hay que entenderla, en realidad, como una vanitas (todavía presentes en el arte en el siglo XIX, cuando Flaubert escribió su obra): tras la muerte, solo queda el alma. Lo material, la belleza y el disfrute de los sentidos son tan pasajeros como la vida.
Valoración: 6 / 10
MADAME BOVARY (2015)
Director: Sophie Barthes
Reparto: Mia Wasikowska, Ezra Miller, Paul Giamatti, Rhys Ifans, Logan Marshall-Green, Laura Carmichael, Henry Lloyd-Hughes, Olivier Gourmet, Morfydd Clark
Género:
Drama, romántico.
Duración: 118 min.
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