Por Lucía Pérez García
Estos rechonchos pajaritos sin capacidad voladora no son tan lindos como los pintan. No solo por su agresividad intrínseca, cuestión central de su carácter, sino también por su pobre capacidad para divertirnos una vez salidos de su entorno natural de videojuego. Angry Birds es, a la vez, más pero menos de lo mismo.
La principal virtud de la película -además de no caer en el eterno tópico de si quieres puedes, por muy pequeñito que seas-, es que puede verse sin necesidad de haber jugado nunca al juego original. Sus pintorescos personajes y sus curiosas cualidades, traspasadas perfectamente a la pantalla grande, piden a gritos una historia animada llena de gags más allá de los trailers. Reto complicado para una película de animación, género que suele pecar de “trailerismo” y abuso adorable de criaturitas espachurrables. Dificil reto para dos directores debutantes. ¿Conseguido? A medias, tirando hacia abajo.
Angry Birds, la película, no pasará de ser la primera adaptación de un videojuego para móviles, que quizás guste a los más jugones, pero que sin duda aburrirá a los que no se anden con jueguecitos y quieran ver buen cine de animación.
Valoración: 4.5 / 10
ANGRY BIRDS, LA PELÍCULA “THE ANGRY BRIDS MOVIE” (2016)
Director: Clay Kaytis y Fergal Reilly
Género: Animación, comedia.
Duración: 97 minutos.
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