viernes, 28 de febrero de 2014

# Biopic # drama

CRÍTICA DALLAS BUYERS CLUB (2013)

Dos cabalgan juntos


El cine sabe mucho de farmacéuticos y medicamentos. Si no quedas satisfecho con unas pastillas, es mejor que lo consultes con tu director preferido. Seguro que él sabe que hacer al respecto. Tal vez la solución a nuestros males no esté en los laboratorios, sino en las salas de cine. ¿Cuántas veces nos hemos puesto delante de una pantalla y nos han intentado vender un producto milagro para curar nuestras enfermedades? Lo hizo Jake Gyllenhaal en Amor y otras drogas, lo hizo Jude Law en Efectos secundarios y ahora viene un tal Dr. Sevard (Denis O'Hare) y una tal Dr. Eve Saks (Jennifer Garner) a experimentar con esos potingues novedosos en pacientes con VIH. Pero lo que no sabían era que se iban a topar con Matthew McConaughey. Un hombre capaz de perder 20 kg y plantarse un bigote semejante para conseguir un Oscar, no es un cualquiera. Un respeto, por favor. 

El actor se mete en la piel de Ron Woodroof, una especie de Walter White sin su alter ego malvado Heisemberg. Un Doctor Jekyll sin Mr. Hyde, con poco de doctor pero mucho de contrabandista. Un corrupto entregado a la causa del sida. En los treinta días que le dieron de vida quiso dar días de vida a otros enfermos como él. Y como el que da recibe, terminó viviendo casi ocho años. ¿Hasta dónde llega la corrupción y hasta dónde la entrega? Quién sabe. Pero lo que sí es cierto es que la entrega de McConaughey al papel es total. La delgadez extrema, que más que aportar debilidad, le otorga una fuerza enorme al personaje. La expresión de un rostro consumido por la enfermedad, el engaño y la incertidumbre de la muerte. El llanto. El don de gentes. El cowboy que termina congraciándose con aquellos a los que discriminaba. El negociante de la vida que da alas a quien las creía perdidas.

Y como todo empresario, Woodroof tiene su socio, un transexual de nombre Rayon. Si la actuación de McConaughey es genial, la de Jared Leto roza la maestría. Alejado de los manierismos típicos de este tipo de papeles, Leto se transforma totalmente en mujer. Los gestos, los andares, la voz. Tan increíble es la mutación que cuando aparece con traje, corbata y pelo recogido no nos lo creemos. Aquello no es un hombre. Es una mujer que, pese a sus vicios y su modo de vida, nos cautiva. Su gracia, su desparpajo y su miedo a la muerte consiguen que le hagamos un huequito en el corazón sin temer el contagio. Ambos consiguen montar el Dallas Buyers Club, desde donde distribuyen sustancias ilegales, “cocinadas” por un médico mexicano sin licencia, a la comunidad de enfermos de VIH, que está siendo medicada con una sustancia nociva. Un pequeño garaje que acaba viajando por el mundo salvando vidas a base de una corrupción cuestionable.


Pero la película de Jean-Marc Vallé se queda en una especie de western enfermo cuyo valor principal son las actuaciones de sus dos protagonistas. El tour alrededor del mundo termina siendo un paseo chapucero alrededor de los decorados del estudio. Y la trama se agota hacia poco más de la mitad, resolviéndose a base de los típicos párrafos justo antes de los créditos. Quizás se eche en falta algo de música más allá de las radios y televisores. Pero el silencio también cuenta. El sida es una enfermedad silenciosa. Que Dios tenga en su Gloria a Rock Hudson.

Valoración: 7.5 / 10


DALLAS BUYERS CLUB (2013)
Director: Jean-Marc Vallée

Reparto: Matthew McConaughey, Jennifer Garner, Jared Leto, Steve Zahn, Dallas Roberts, Denis O'Hare, Griffin Dunne, Kevin Rankin, Lawrence Turner, Jonathan Vane.
Género: drama, drogas

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