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sábado, 9 de junio de 2018

CRÍTICA DE JURASSIC WORLD: EL REINO CAÍDO (2018)

10:25:00 0 Comentarios

NO HAN REPARADO EN GASTOS


Cuando llevas años esperando que los dinosaurios vuelvan a dominar la tierra y la película se te hace más larga que la espera, algo ha fallado en la cadena evolutiva. Me habían hecho creer que la vida se abría camino. Me habían prometido un sueño. Me dijeron que no repararían en gastos. Llevaba meses ensayando mi grito de guerra: “Lo ha logrado, ese loco de Bayona lo ha logrado...”. Y todo para nada. Bueno, sí. No han reparado en gastos. Pero, como bien decía John Hammond: “Que Dios nos asista. Estamos en manos de ingenieros...”.

Si hay algo que ha evolucionado hasta el extremo de lo extraordinario son los efectos visuales. El Rex no estaba tan guapo desde su aparición estelar en 1993, la estampida-erupción es cosa de otro mundo y la nueva especie consigue superar al Indóminus Rex. Pero la evolución ha corrido paralela a la costumbre y nuestros ojos de cinéfilos nunca más volverán a sentir la emoción de la primera vez. Descanse en paz, Isla Nublar.


Y como no solo de efectos espectaculares vive el espectador, la película se va consumiendo en su propia lava. La última mirada a la isla es también la última mirada –si bien una mirada emocionante-. La grandeza da paso a la claustrofobia de una mansión. Y es entonces cuando viene a la mente una de las famosas frases de Ian Malcom: “¿A quién tienen ahí, a King Kong?”. La amenaza de los dinosaurios es eclipsada por la amenaza del hombre en su intento de convertirse en Humanus Rex. La genética da un giro inesperado y la cuestión animalista se alza como protagonista. El hombre y su ambición dominan el argumento desde un punto de vista muy alejado de la visión soñadora de la premisa original, restando carisma e ilusión. Fuera de su hábitat, los dinosaurios ya no son lo que eran. No hemos aprendido nada de la excursión del Rex por las calles de San Diego…

Atrás quedaron los tiempos en los que las patas de cabra y los vasos de agua provocaban terror. Aquí lo único que da miedo es la música. Y no precisamente en el buen sentido. Todo el trabajo de John Williams queda resumido en dos pequeños momentos, probablemente los más emotivos de la película. Tampoco el tema del mismo Giacchino para Jurassic World consigue arreglar el estropicio. No hay descanso. Un tema detrás de otro sin sentido de la continuidad ni propósito narrativo. Un caos, en todos los sentidos, donde no hay forma de encontrar un punto de apoyo. Y los coros… un dinosaurio, por muy inteligente que sea, no puede hablar con voz humana, y el hombre aún no ha conseguido su total control. Se mire por donde se mire, nada tiene sentido.

Y dicho esto, la cuestión es la siguiente: Dios crea al dinosaurio, Dios destruye al dinosaurio. Dios crea al hombre, el hombre destruye a Dios. El hombre crea al dinosaurio. Spielberg lo santifica. Joe Johnston lo vuelve a destruir. Colin Trevorrow lo resucita. Bayona promete eternizarlo. Todo se queda en promesa. Así que, con permiso de Chris Pratt y Bryce Dallas Howard, que son lo mejor que le ha pasado a la saga desde Alan Grant e Ian Malcom –grande pequeña aparición-; y con permiso de Bayona, cuyo estilo es increíblemente inconfundible –en el mejor de los sentidos- y cuyo trabajo no puedo más que aplaudir; he decidido no avalar la película. No obstante, espero con ansia la siguiente… mis ganas no se extinguen.

Valoración: 6 / 10



JURASSIC WORLD: EL REINO CAIGO, “JURASSIC WORLD: FALLEN KINGDOM” (2018)
Director: J. A. Bayona
Reparto: Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, James Cromwell, Rafe Spall, Toby Jones, Justice Smith, Daniella Pineda, Ted Levine, Geraldine Chaplin, Jeff Goldblum, B.D. Wong, David Olawale Ayinde, Bobbi Jo Hart, Daniel Stisen, Robert Emms, Kamil Lemieszewski, Michael Papajohn, Peter Jason, Sean Gislingham, Max Baker, Faith Fay, Kevin Layne, Daniel Eghan, Ronan Summers, Deborah Rock, Charlie Rawes, Manoj Anand, Cory Peterson, Fran Targ, John Heartstone
Género: Aventuras, ciencia ficción
Duración: 128 min.

sábado, 27 de agosto de 2016

CRÍTICA DE PETER Y EL DRAGÓN (2016)

11:07:00 0 Comentarios
CORAZÓN DE DRAGÓN, DRAGÓN CON CORAZÓN 
Por Lucía Pérez García 





No hace falta que la brújula señale el norte para encontrar dragones. Están en cualquier parte. Reales o no. Grandes y fuertes. Más cuanto mayor sea la imaginación. Más, normalmente, cuanto menor la edad del fantasioso, o cuanto más feliz sea, sin importar los años. Nacidos de leyendas y mitos. Han conocido princesas, caballeros, reyes, enanos, elfos, santos medievales… incluso a Dennis Quaid y, ahora también, a Robert Redford. Creerlo y verlo es sueño. Sueño es igual a plenitud, alegría y paz. 


No es necesario que la brújula señale la dirección del cine. Un dragón puede guiarte. Llevarte en volandas hasta la misma butaca y recogerte a la salida. Educado, espera fuera para no dejar a nadie sin sitio. Invisible, se camufla y espera paciente sabiendo que su amigo cinéfilo ha hecho un buen trabajo. Hoy, todos los valientes que han osado internarse en el bosque para buscarlo obtendrán su recompensa. Ese tesoro que guardan todos los dragones del mundo y que Elliot trae en forma de felicidad.  

David Lowery (Un lugar sin ley, 2013) recogió la brújula que dejó olvidada en un cajón aquel dragón que en 1977 bailaba al son de las canciones de su amigo Pedro, y en lugar de utilizarla para ir en su busca, decidió limpiarla y pulirla. La nueva brújula le señaló una dirección diferente. Por el camino, pensaba en Mogli y Baloo de El libro de la selva (Wolfgang Reitherman, 1967), en los dinosaurios de Parque Jurásico (Steven Spielberg, 1993). Pensaba, según él, en la amistad de Mi vecino Totoro (Hayao Miyazaki, 1988), El viaje de Chihiro (Hayao Miyazaki, 2001) o El corcel Negro (Carrol Ballard, 1979), y en el bosque misterioso de La bruja (Robert Eggers, 2015). Y pensando, pensando llegó a su destino. Un lugar reinventado donde todo era diferentemente lo mismo, e incluso mejor. 



Tan solo la música se perdió en esta larga travesía y siguió una senda totalmente distinta. No por distinta equivocada, pues al final acabó reuniéndose con la expedición y metiéndose en cada una de sus mochilas. Misterio, aventura, diversión, magía, algo de miedo, y mucha, mucha, mucha amistad, alzando el vuelo como un dragón en plena Edad Media. Así son las notas de Daniel Hart.

Una nueva dirección, un nuevo sentido, pero el mismo lugar. Un dragón que no baila pero que es tan feliz y abrazable como su hermano mayor, y mucho más impresionante –técnica y avances mediante- que aquel, sin perder su encanto. Tan clásico y tan nuevo. Tan divertido, espectacular, lleno de aventuras y buenas intenciones que podía ser de Disney y de Spielberg (Estornudo incluido) a la vez. Y, por si fuera poco, con Robert Redford (muy atento, y acertado, a no correr en esta ocasión) y Bryce Dallas Howard (no hay película de esta mujer que no me guste). 

Niños volando durante la película. Madres llorando de bonito. Yo explorando las calles en busca de dragones a la vuelta del cine. Aplausos. ¿Ya? ¿Qué corta, no? 



Valoración: 8.5 / 10 

PETER Y EL DRAGÓN, “PETE’S DRAGON” (2016) 
Director: David Lowery 
Reparto: Oakes Fegley, Bryce Dallas Howard, Oona Laurence, Robert Redford, Michael C. Hall, Wes Bentley, Craig Hall, Karl Urban 
Género: Fantasía, remake 
Duración: 102 min.