Valoración: 6 / 10
ANIMACIÓN ECOLÓGICA
Por Lucía
Pérez García
Como en Los
diminutos, en Epic hay pequeños
seres bondadosos que están viviendo con nosotros y que seguro que no vemos; y
no los vemos porque van camuflados con hojas y pétalos de flores y porque de
tanto verde (ecológico 100% por supuesto) están supervitaminados y son siete
veces más fuertes que nosotros y veloces, por no decir inteligentes y
respetuosos con el medio ambiente, algo así como David el Gnomo en su versión estilizada y 3D.
La historia en sí no tiene más chicha. Los buenos,
pequeñas criaturas que viven en el bosque, ayudadas por un científico chalado y
su hija en miniatura, intentan conservar la naturaleza y la vida, mientras que
los malos, los boggans, intentan chafarles los planes. Lo único, pues, que hace
que la película nos sea un bio-tostón son los secundarios, algo que suele
ocurrir muy a menudo en la animación (por eso nunca entenderé porque se les llama
secundarios a personajes como Timón y Pumba, los Minions, Scrach, etc,
ect…cuando al final terminan siendo los verdaderos protagonistas). En este caso
tenemos una pareja caracol-babosa que, no siendo un dúo desternillante, tiene
sus momentos cumbre. Y es que ahora parece que en el mundo animado están de
moda los bichos pringosos, desde la babosa de Monstruos University que llegaba tarde a su primer día de clase,
hasta la próxima creación de Disney, Turbo,
un caracol que sueña con ser un coche de carreras. Dentro de los secundarios
con cierta gracia yo añadiría al perrito, cuyos defectos físicos son
sustituidos por graciosos movimientos y caritas.
El resto de personajes no tiene más interés que el de sus
voces, unas voces tan conocidas como las de
Amnada Seyfried (MK), Colin
Farrel (Ronin), Beyonce Knowles (Tara), Josh Hutcherson (Nod) o Christoph Waltz
(Boggan shogun Mandrake. El profesor Bomba, o está muy mal conservado para su
edad, o se casó con una mujer veinte años más joven. MK es a momentos repelente.
Tara es la reina de las cursis y Nod debería ser más guapo y con esa nariz que
le han endosado no tiene perfil bueno. El único que se va a salvar, y por los
pelos, de mi crítica es Ronin, porque el pobre es demasiado autoexigente y
tiene demasiadas responsabilidades.
Lo mejor, sin duda alguna, es la animación. No hay más
que ver la piel de los insectos para comprobarlo. El brillo húmedo del caracol
y la babosa es realmente genial, como geniales son también el agua y la
vegetación. En este aspecto, en mi opinión, la nota sube hasta casi rozar el
diez.
Así pues, estamos ante otra película de animación que
apuesta por el respeto a la naturaleza, un valor muy acorde con nuestros
tiempos de reciclaje, agujeros en la capa de ozono, contaminación y calentamiento
global; pero que ya defendieran películas como El rey león con su ciclo de la vida, Pocahontas con los colores del viento, Colegas en el bosque…y otras tantas, aunque todo hay que decirlo,
no hay color. Debe ser que acabada la Edad de hielo y atrapada la bellota, a
Chris Wedge se le acabo la imaginación.
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