Reparto: Russell Hornsby, David Giuntoli, Bitsie
Tulloch, Silas Weir Mitchell, Sasha Roiz, Reggie Lee, Mary Elizabeth
Mastrantonio
Valoración: 8.5 / 10
ERASE
UNA VEZ UNA SERIE QUE CONSIGUIÓ ENGANCHARME
Por Lucía Pérez García
Con el tiempo, los cuentos crecen y
evolucionan en historias totalmente distintas. Sus personajes escapan de la
prisión de las letras impresas y se convierten en espíritus de lo que un día
fueron. Su mundo de fantasía sobrepasa los límites de la elasticidad y se expande sin remedio por el tiempo y el
espacio. La realidad se funde con la imaginación y la magia lo invade todo con
su luz cegadora. Entonces, solo entonces, llegamos a confundirnos. Ya no
sabemos lo que es verdad y lo que es sueño. Nosotros mismos somos parte de un
cuento. Un cuento de nunca acabar.
Allá por el siglo XVII, dos hermanos
alemanes, Wilhelm y Jacob Grimm, sabían esto mejor que nadie. Eran conscientes
de las muchas realidades que esconde la vida y se sentían fascinados por ellas.
Su personalidad tardoromántica les llevó amar a su pueblo, sus orígenes, su
pasado. El ansia de curiosidad corroía sus entrañas de soñadores. Viajaban por las
aldeas, hablaban con sus gentes, recogían sus leyendas, sus ritos, sus
costumbres, sus canciones… todo era válido para construir el camino que les
llevase hasta el principio, hasta el punto de inicio de la vida; donde la
creación se erige como reina del universo y su vacío, y donde todo nace de la
nada para hacerse cuento al toque de la varita mágica de la fantasía.
Poco a poco fueron juntando cientos
de testimonios, que reunieron en forma de pequeñas historias en sus Cuentos infantiles y del hogar (1812).
Una recopilación de cuentos tan simples pero tan llenos de significado, que han
sobrevivido a los siglos como solo las cosas de la imaginación pueden hacerlo. Y
ese espíritu romántico sigue vivo en nosotros porque, ¿Quién no ha leído un cuento
de los hermanos Grimm?
Hoy, donde la realidad se tiñe cada
día de un color más gris y donde los mastodontes de hormigón se alzan como
gigantescas torres que nos imponen su sombra, los cuentos son más necesarios
que nunca. Por eso, todo lo que suene a fantasía es bien recibido: Blancanieves
mudas y en blanco y negro, Alicias de países salidos de una fábrica de
chocolate, magos de Oz que nos relatan su pasado, señores que llevan anillos,
hobbits de pies peludos, escuelas especiales para magos, vampiros y otros
monstruos que se enamoran, dibujos que parecen casi reales…historias que nos
transportan a un mundo soñado y nos hacen vivir aventuras; historias que nos
emocionan y nos libran por un momento de la tremenda carga de la realidad,
porque en esos mundos existe la ley de la gravedad y uno puede desplegar la
alas y volar.
Y como los cuentos son libres, uno
puede hacer con ellos lo que quiera. Por eso, David Greenwalt (Ángel) y Jim Kouf decidieron crear un mundo nuevo a
partir del de los hermanos Grimm. Sacaron de los cuentos todas sus criaturas y
las dejaron crecer a su libre albedrío. Nadie se percató de ello, y las
criaturas se terminaron confundiendo con nosotros. Sabedores del caos que
habían creado, introdujeron una nueva raza de humanos a la que llamaron Grimms.
Hombres que podían ver más allá. Es decir, hombres con una fantasia superdotada,
cuya misión era mantener el mundo en orden y evitar el descontrol provocado por
las criaturas rebeldes que viven según su instinto.
Y así nació la serie Grimm, que nada tiene que ver con la
película de Terry Gilliam El secreto de
los hermanos Grimm (2005), donde un flojo Matt Damon y un Heath Ledger algo
amanerado se dedicaban a estafar a los inocentes pueblerinos; ni con otras
series de género fantástico como Erase
una vez o Juego de tronos. No. En
Grimm no hay estafas ni timos, ni líos
argumentales, ni tierras imaginarias. En Grimm
hay misterio, intriga, crímenes, magia, humor, romanticismo…y todo bien
mezcladito en forma de una especie de analogía cuentólogica actual. No nos
están contando un cuento, sino que los mismos personajes viven en un cuento sin
saberlo, con todos los ingredientes que ello conlleva: criaturas fantásticas, fórmulas
mágicas, libros secretos, etc…mezclados con la realidad actual de una ciudad cualquiera
como Portland. Todo lo que ocurre tiene relación con ese mundo tan conocido
como desconocido que crearon los hermanos Grimm (de hecho, todos los capítulos empiezan con una cita de uno de sus cuentos), y solo el detective Nick
Burkhardt (David Guintoli) puede verlo. Hay malos, hay buenos, buenos que
parecían malos y malos que parecían buenos; pero todos están metidos en el ajo,
ya sea consciente o inconscientemente. Y aquí voy a tener que terminar mi
cuento, porque al final os cuento más cuento del que puedo contar.
Solo son necesarios cuarenta
minutos. Aunque eso sí, durante dos temporadas de 20 y 22 capítulos. Os aseguro
que no será un tiempo malgastado, porque
igual que a todos nos hace falta jugar en algún momento de nuestras vidas,
también nos hace falta un cuento de vez en cuando, aunque el cuento nos venga
de una manera distorsionada. Yo ya estoy deseando que estrenen la tercera
temporada (25 de octubre en USA). Mientras tanto, viviré feliz y comeré
regaliz, porque las perdices están muy caras.
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