CUANDO LAS BARCAS SE SUBEN A LOS ÁRBOLES
Por Lucía
Pérez García
Aventura es una palabra que lo abarca todo. No hace falta ser un Indiana Jones o un personaje mitológico para vivir momentos emocionantes. La vida cotidiana nos proporciona ingredientes suficientes para montar nuestra propia aventura personal de cada día. Unos tendrán más espíritu aventurero que otros y otros lo irán perdiendo con el tiempo, pero todos, absolutamente todos, nos movemos impulsados por lo imprevisible, lo inexplicable, lo misterioso y lo fantástico. Es maravilloso sentirse fascinado por el movimiento de la luna en el cielo o por escuchar las palabras de una salamanquesa (es cierto, hablan, y mucho), emocionarse con una película o un libro y apenarse cuando termina porque tienes que volver a la realidad, tener curiosidad por todo lo que te rodea y querer saber más y más, correr por el barro en un día de lluvia, visitar lugares con historia, conocer a alguien nuevo, robar una manzana de ese árbol que se escapa de la casa del vecino o, simplemente, crecer (aunque no hay que pasarse, porque corremos el riesgo de hacernos mayores) ¿Quién no ha vivido nunca una aventura?
Pues esto exactamente es lo que nos cuenta Jeff Nichols
en Mud, la historia de dos niños que
encuentran a un hombre misterioso, llamado Mud, en una isla del Mississippi.
Así, sin más. No hables con extraños, diría cualquier padre. Pero para un niño
todo es nuevo y extraño y siente la necesidad de hablar. Un por qué es la
pregunta clave. Un porqué que a veces no se sabe, pero da igual, lo
verdaderamente interesante es preguntárselo, porque eso significa que hemos
descubierto algo. Y si hemos descubierto algo, es que hemos vivido una
aventura.
Mud (Matthew McConaughey) les cuenta su historia (podemos creerle o no): está esperando al amor de su vida, la también misteriosa Juniper (Resse Witherspoon), y se esconde en una isla porque ha matado a un hombre y le están buscando. Los niños, en su inocencia, deciden ayudarle (ellos si le creen), y en el transcurso de sus vaivenes irán descubriendo la vida; una vida que no siempre es de color de rosa, que tiene sus pros y sus contras y de la que no tienen más remedio que aprender (ahora ya no saben si creerle, no saben a quién creer), aunque a veces no estén de acuerdo.
Muchos se verán identificados en las vivencias de estos
dos niños (sobre todo los del género masculino): la amistad, el amor (sobretodo
el amor en todas sus variantes), la familia, los problemas típicos de la edad,
el rechazo y la incomprensión hacia el mundo de los adultos, los descubrimientos…aunque
aquí todo viene aderezado con una pizca de intriga, a modo de thriller ligero,
que anima el ritmo pausado, nunca aburrido, de la película. Festina lente o, para entendernos mejor,
vísteme despacio que tengo prisa.
Una película tan misteriosa como su propio protagonista (aunque
los verdaderos protagonistas terminan siendo los niños, con un Tye Sheridan (El árbol de la vida) más grande que él
mismo) que tan pronto te sorprende como te resulta familiar, tan pronto crees
que se va a venir abajo como de repente se acelera inesperadamente.
Estrenada en la sección oficial de Cannes en 2012, llega a
España con unos pocos siglos de retraso y no a todos los cines (en Sevilla solo
se proyecta en uno, lo cual es inexplicable), pero al menos llega, que ya es
mucho. Necesitamos a más gente que sea capaz de entender porqué las barcas se
suben a los árboles.
Valoración: 9 / 10
Director: Jeff Nichols
Reparto:
Matthew McConaughey, Tye Sheridan, Jacob Lofland, Reese
Witherspoon, Sam Shepard, Ray McKinnon, Paul Sparks, Bonnie Sturdivant, Sarah
Paulson, Michael Shannon, Joe Don Baker, Stuart Greer
Género: drama, asolescencia.
Género: drama, asolescencia.
Adoro las películas que me retraen a la infancia y esta fue una de ellas. Disfruté muchísimo de esta historias, de la ambientación, la intriga, las actuaciones. Una excelente propuesta. ¡Muy buen análisis de tu parte! ¡Saludos!
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