lunes, 11 de enero de 2016

# Biopic # Bradley Cooper

CRÍTICA JOY (2015)

Director: Davir O. Rusell.
Reparto: Jennifer Lawrence, Robert De Niro, Bradley Cooper, Isabella Rossellini, Diane Ladd, Édgar Ramírez, Virginia Madsen, Elisabeth Röhm, Dascha Polanco, Jimmy Jean-Louis, Madison Wolfe, Erica McDermott, Isabella Crovetti-Cramp, Arthur Hiou, Damien Di Paola.
Género: Biográfico, drama.
Duración: 124 min.

Valoración: 5.5 / 5
Por Lucía Pérez García  



El cine de David O. Rusell se puede definir en pocas palabras: dirección de actores. Nadie como él ha sabido sacar partido a Bradley Copper, perdido en cintas tan vanas como ‘Aloha’ (Cameron Crowe2015) o ‘Burnt’ (John Wells, 2015). Nadie como él ha sabido recuperar a un desfasado Robert De Niro, empeñado en comedias de tres al cuarto. Nadie como él ha sabido elevar a la gloria a Jeniffer Lawrence, más allá de ‘Los Juegos del Hambre’. Y sin embargo, nadie como él para darnos una decepción detrás de otra. Sus películas sufren de acumulación de premios que no acaban de hacerse realidad. Como tampoco acaban de cumplirse las expectativas reunidas con expectación ante cada uno de sus estrenos. Se les podría diagnosticar de falsa transcendencia a unas, de comedias regulares a otras, y de esperpento a las que restan (mejor no hablar de ‘Accidental Love’…). Ninguna acaba de convencer hasta el final, y el aburrimiento es mal compañero del cine. 


Parece que la cosa mejora cuando aparece en nómina la Lawrence con un papel destacado. No sé si por su presencia más carismática que la de Amy Adams, otra habitual del director, o porque sus historias suenan más entretenidas y se dejan ver. Sea como sea, el Globo de Oro es suyo de nuevo, confirmando todo lo anterior. Porque lo que es Bradley Cooper, no hace más que desmentirlo. Es difícil desde hace un tiempo ver su lado bueno, y otras cosas. Aquí ni O. Rusell ha sabido encarrilarlo. Podría protagonizar la increible historia del un actor que acabó convirtiendose en un mapache animado.


‘Joy’ es, en definitiva, una historia sobre una fregona tuneada con un Globo de Oro como aditamento. No hay nada interesante en el invento. La lucha de una mujer por una causa es un asunto demasiado repetido últimamente, que llevado a un utensilio de limpieza acaba por perder los papeles. El ambiente familiar que rodea a la protagonista es algo más que absurdo y surealista, rozando la estupidez. Solo algunos momentos, como al llegada de De Niro, pulsan el botón de la risa, o al menos de la simpatía. Si las mopas limpiaran los engaños, O. Rusell tendría un duro trabajo por delante. 


 

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