EL ABUELO QUE SE CALZÓ UNAS ZAPATILLAS Y CORRIÓ UN MARATÓN
Por Lucía Pérez García
Paul Averhoff fue campeón
olímpico de maratón en los Juegos Olímpicos de Melbourne, en 1953. Ahora, con
80 años y en una residencia, está aburrido. Ha rescatado sus viejas, reviejas, súper
viejas zapatillas y su vieja, revieja, súper vieja equipación, y ha salido a rodar
y recordar viejas, reviejas, súper viejas hazañas. Después de unos primeros
kilómetros en compañía del tío del mazo, ha decidido que correr no es de
cobardes y ha mandado la porra a las
viruelas de la vejez. Ha decidido vivir sin parar, y punto. El quiere, marcha,
marcha, él quiere...¡¡MARCHA!!
Desde que Paul tomó la decisión, “alguien
voló sobre el nido del cuco” en la residencia de ancianos. Aunque los abuelos
del cine hace tiempo que están revolucionados sin necesidad de zambullirse en
la piscina de ‘Cocoon’ (Ron Howard, 1985). Si no recorren medio país montados
en cortacésped (‘Una Historia Verdadera’, David Lynch, 1999) o colocando un manojo
de globos en el tejado de su casa (‘Up’, Pete Docter y Bob Peterson, 2009), lo
hacen en coche para recoger un premio en la remota Nebraska (‘Nebraska’, Alexander
Payne, 2013) o, simplemente, saltan por la ventana hacia un infinito y más allá
de intrépidas incoherencias (‘El Abuelo que Saltó por la Ventana y se Largó, Felix
Herngren, 2013). Los viajes del imserso están en peligro de extinción, y el
cine se ha empeñado en demostrarlo.
Pero, como en todas estas
historias, no todo es absolutamente feliz y de color de rosa. Porque el cine no
sería cine sin sus dramas, redramas, súper dramas. Y en la vida de un atleta
veterano, resignado a vivir en una residencia con una mujer con cáncer, hay
mucho de eso y mucha lágrima fácil y compasiva de la que tirar: empezando por
el “amor”, y acabando por los achaques. Podría ser más comedia y con menos
tintes de telefilme melodramático, pero no sería tan fácil. No escaparemos de
este maratón sin antes estamparnos con el muro.
Sin embargo, Paul ha decidido
regalarnos otros momentos más agradables. Su camino hacia la gran carrera, esa
carrera de locos como dice el comentarista, está lleno de anécdotas
reconocibles, rereconocibles, súper reconocibles que todos los atletas hemos
vivido y que, por eso mismo, nos sacan una sonrisa. Una sonrisa y una lágrima.
Y ésta vez no de las facilonas, sino de las de emoción de verdad. Quien no sea
atleta no lo comprenderá.
“Toda la vida es un maratón. Los primeros pasos son fáciles. Crees que
nada te puede parar. Pero luego viene el dolor. Las fuerzas se desvanecen metro
a metro. Pero sigues adelante. Siempre adelante. Hasta el total agotamiento. Y,
al final, la victoria. Seguro. LA VICTORIA”. Paul Averhoff.
Valoración:
-Cinéfila: 6 / 1
-Motivación: 10 / 10
-Técnica: 6 / 10
CRÍTICA VIVIR SIN PARAR "SEIN LETZTES
RENNEN" (2013)
Director: Kilian Riedhof
Director: Kilian Riedhof
Reparto: Dieter Hallervorden, Tatja Seibt,
Heike Makatsch, Heinz W. Krückeberg, Frederick Lau, Otto Mellies, Mehdi Nebbou,
Katrin Saß.
Género: Atletismo, drama, tercera edad.
Duración: 114min.
Género: Atletismo, drama, tercera edad.
Duración: 114min.
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