Reparto: Bruce Dern, Will Forte, Stacy Keach, Bob Odenkirk,
June Squibb, Missy Doty, Kevin Kunkel, Angela McEwan, Melinda Simonsen.
Valoración: 9 / 10
FELICIDAD EN TONOS GRISES
Por Lucía Pérez García
Ni blanco ni negro. Ni comedia ni drama.
Ni alegre ni triste. Simplemente conmovedora. De un conmovedor y precioso color
gris. Como la carretera que lleva a Nebraska. Un gris que entra por los ojos y
va directo al corazón. Una road movie de tono neutro y sentimiento sublimado.
Parece triste. Nada más empezar. Un
anciano perdido. Caminando solo por la carretera. Quiere ir a Nebraska.
Recorrer tropecientos kilómetros a pie.
Recoger un millón de dólares inexistente. Una estafa publicitaria.
Inocente, iluso o despreocupado. Es su premio. Todos le disuaden. Él insiste.
Otros intentan aprovecharse. Un camino a ninguna parte. El triste destino del
hombre.
Pero de triste nada. No es la historia
de un anciano con Alzheimer o demencia senil. Tampoco es una historia de
compasión. Es un bonito cuento sobre el amor. El que une a un padre y un hijo.
El dinero es solo una excusa. Lo que importa es el tiempo que queda. Disfrutar
de la compañía del ser querido y hacerle feliz. Ser feliz uno mismo. Ni pena ni
lástima. Ternura. Al final, de nuevo la carretera. Pero esta vez si hay camino.
Es una película feliz. Bruce Dern sabe
darle a ese viejito medio perdido un aire simpático que lo convierte en un
aventurero de la tercera edad. Casi parece mentira que lleve tanto villano a
sus espaldas. No se puede encontrar nada malo en este anciano borrachín. Ni
siquiera sus faltas, que él mismo confiesa. Dern lleva su personaje a cotas
extraordinarias. A la más extraordinaria cotidianeidad.
Y no es dolo Dern. Will Forte es como el
hijo que todos los padres quisieran tener. Y June Squibb esa abuela simpática y
medio loca que hace reír con cada ocurrencia. Porque sí, te ríes. A veces por
no llorar, otras porque es tan bonita…y otras porque tienen cosas de bombero “jubilado”.
Las películas de Alexander Payne suelen
ser confusas. Comedias disfrazadas de drama o dramas camuflados de comedia. El
caso es que se dejan ver y no te das cuenta. Acabas siempre con una sonrisa. De
esas que no rozan las orejas pero que son duraderas. De esas que se notan más por
dentro que por fuera. Quizás es por eso por lo que nos gusta tanto. A nosotros
y al señor Oscar, que tiene su nombre escrito en mayúsculas en su libro de
notas (Entre copas, Los descendientes).
Y es que Oscar es un tipo serio pero que, si lo miras bien, parece que está
sonriendo. Como la sonrisa ambigua de la Gioconda. Así es la sonrisa de
Alexander Payne.
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