Reparto:
Valorción: 9.5 / 10
IÑÁRRITU, O LA INESPERADA VIRTUD DEL CINE
Por Lucía Pérez García
Volarás, volarás, volarás. No lo
dice Peter Pan, lo dice una especie de Pepito Grillo emplumado, enfundando en
un ajustado traje de superhéroe. El espíritu ¿santo? que acompaña a la trinidad
formada por Michael Keaton, su personaje y el personaje de su personaje. Un
todo que es casi lo mismo. La Voz de la inconsciencia. La inesperada virtud de
la ignorancia. Birdman.
Una sátira (y una crítica, y una
crítica de la crítica) de dimensiones superheroicas: desde Hollywood hasta la
psicología humana, y deshumanizada. Una visión de un mundo, el del cine, el del
arte, el mundo mismo; que es puro teatro. Un mundo que, si no se desmorona, es
porque el show debe continuar. Y por eso Alejandro G. Iñárritu, en una
manifestación de maestría formal y casi psiquiátrica, deja a la cámara volar
libremente en busca de esa ignorancia que se esconde en el título. Como el
Hitchcock de ‘La Soga (1948), el director oculta los cortes de plano tan
sutilmente que parece regalarnos un plano secuencia de casi dos horas. Aquí no
hay chaquetas negras que eclipsen el cambio de rollo. Aquí casi ni sabes lo que
hay. Solo continuidad. La continuidad, el nerviosismo y la neurosis del
ambiente teatral en el que se desarrolla la historia. La continuidad, el nerviosismo
y la neurosis de este teatro que es el mundo, y del que ignoramos,
ignorantemente, sus continuos e intrincados resortes.
Y por si no bastaba con esto para
dar un realismo lo suficientemente virtuoso e ignorante, Iñárritu sigue añadiendo
matices. La música, Santaolallas aparte, también se contagia del ambiente
teatral y satírico, con temas cercanos a los musicales de Broadway, temas más
tradicionales y un absoluto dominio de la innovación en forma de percusión. La
batería de Antonio Sánchez acompaña al protagonista en sus desvaríos mentales, en
su no sentirse nadie, en su creencia de ser una broma (y aquí es donde suena un
golpe de platillo). Violines melancólicos arrastran su tristeza. Y ciertos
aires épicos y de libertad dejan volar su imaginación. Y mientras, nosotros, como
ilusos espectadores, ignoramos que lo que estamos escuchando, en realidad,
siempre ha estado ahí, presente en cuerpo y alma, con sus baquetas, sus
tambores, sus voces y todos sus instrumentos. Porque en esta película nada es
incidental, ni está hecho por accidente.
El único accidente es el que el
ocurre a Reggan, el personaje con el que Michael Keaton se hace su propio y
genial homenaje. Pero es un accidente tan maravilloso y fantasioso que te hace
volar con capa y mallas de superhéroe, sin necesidad de aterrizar en el universo
Marvel, ni de luchar contra más villanos que el propio mundo y su cultura de
masas. Y es que: si acaso quieres volar, piensa en algo encantador o,
simplemente, ignóralo.
La vi ayer y simplemente me encanto, es que enserio es buenísima.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo! es que todo, todo, todo, te deja pasmado! acabó y pensé: otra, otra, otra!!! jajaja
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