miércoles, 27 de noviembre de 2013

# Biopic # Cine y arte

CRÍTICA CAMILLE CLAUDEL, 1915 (2013)

CAMILLE CLAUDEL, 1915 (2013), BRUNO DUMONT

Reparto: Juliette Binoche, Jean-Luc Vincent, Robert Leroy

Valoración: 5 / 10

SACREBLEU!!
Por Lucía Pérez García

No se puede encerrar al arte, porque acaba muriendo de tristeza. Y cuando el arte es triste, el que lo contempla, se contagia y muere también.
No se puede acusar al artista de loco y sublimar su locura hasta tal punto que termine eclipsando su verdadero ser. No hay artista loco, sino enamorado del arte y, como cualquier enamorado, comete locuras; locuras de amor nacidas de lo más profundo del alma. Locuras de amor que no merecen ser tratadas de enfermedad, sino de belleza.
Camille Claudel fue una artista maleable y frágil como el barro; brillante como el bronce y de alma blanca como el yeso. Aunque pasó gran parte de su vida en un manicomio, no es aquello precisamente lo que deberíamos recordar de ella, sino su obra y su sensibilidad. Puede que Rodin le llevara a la muerte, pero ¿No es bello morir atravesando las Puertas del Infierno? Puede que el amor le hiciera desgraciada pero, ¿No pueden las manos de una escultora decapitar la desgracia y convertirla en gracia? Puede que no se sintiera querida pero ¿Existe amor más grande que el que un gran artista te inmortalice en una escultura?
Alguien debió hacerle estas preguntas a Bruno Dumont (L´humanite, La vida de Jesús). Alguien debió decirle que no se puede oscurecer así la vida de una persona. Alguien debió decirle que la enfermedad no está para exhibirla. Alguien debió decirle que el arte no se debe silenciar. Alguien debió impedirle, en nombre del arte, que rodara esta película.
Demasiado silencio, solo interrumpido por las muecas y los ruidos de unos pobres enfermos mentales que ni siquiera figuran en la lista del reparto. Demasiada tristeza para soportarla. Demasiado todo. Demasiado. No merece esta película llevar el nombre de Camille Claudel. Por no merecerse, no merece ni ser titulada, así el silencio sería aun mayor.
Lo único soportable es Juliette Binoche (Tres colores: Azul, El paciente inglés) aunque yo, realmente, la compadezco. No es posible estar rodeada de un ambiente como ese durante tantos días de rodaje y no salir con la cabeza redecorada. Tanta pena no es sana para el ser humano.

Si alguien merece de verdad que le encierren, ese es Bruno Dumont. Que le encierren en una celda blindada y torturen su triste existencia hasta volverlo loco. Entonces llegaremos todos con un equipo de grabación y rodaremos una película sobre su vida obviando, claro está, toda su obra anterior. Seguramente la película sería tan aburrida como ésta, o más.




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