Reparto: Michelle Monaghan, Michael Keaton, Barry Sloane, Andrew W. Walker, Kaniehtiio Horn, Olivier Surprenant, Namukasa Basudde, Trevor Hayes, Timothy Paul Coderre, Jasmine Chan, Zhaida Uddin
Valoración: 2 / 10
ATRAPADA EN LA MEDIOCRIDAD
Por Lucía Pérez García
Hay guionistas a los que la originalidad les rebosa. Guionistas que están perennemente iluminados por un rayo de luz divina. Guionistas casados con las musas. Guionistas, en fin, que son pura inspiración, como David Loughery. Pero eso no es lo peor de todo, porque guiones originales los vemos todos los días. Lo peor es que haya directores y actores que vean en ellos una oportunidad. Me parecería bien si fueran novatos o si lo que se pretendiese fuera hacer un remake con todas las de la ley. Pero ésto…ésto es un telefilme con todas sus letras, al que solo el falta la famosa frase de basado en hechos reales para ser todo un éxito de la televisión vespertina. ¿Qué pintan aquí el director de El buen hijo y Solo ante la ley, y actores como Michael Keaton (Batman, De repente un extraño) o Michelle Monaghan (Adiós pequeña, adiós, Misión: Imposible III? Pues, en mi opinión, pintan bastante poco o, mejor dicho, bastante mal, porque el cuadro les ha quedado de todo menos bonito.
Nada más leer el título uno piensa en Sola en la oscuridad de Terence Young. Pero ni Monaghan es Audrey Hepburn, ni Keaton es Alan Arkin. Y, por su puesto, Atrapada en la oscuridad no es Sola en la oscuridad. Supuestamente ni si quiera lo pretende, puesto que la cinta de 1967 está basada en una obra de teatro de Frederick Knott y está es un guión ¿original? del ya aludido David Loughery. Sin embargo, dicen que todo el mundo tiene un doble…el problema es que cuando uno se encuentra cara a cara con su doble, éste siempre nos resulta, como mínimo, más feo.
La historia, por si no la conocen ya, es la siguiente: una reportera gráfica se queda ciega en un accidente durante la Guerra de Irak y una vez adaptada a su nueva vida en Nueva York, esa asaltada por dos hombres que entran en su casa buscando una fortuna en forma de diamantes que, se supone, tienen escondida ella y su marido.
Empezamos. Sabemos que estamos en Nueva York, no hace falta que nos machaquen con planos y más planos generales de la ciudad, rematados con un plano cenital giratorio alrededor del Empire State que parece que no va a terminar nunca y además es un mareo.
El accidente que provoca la ceguera de la protagonista es bastante inverosímil. Es normal que en tal situación uno se quede ciego, pero lo que no es normal es que no le ocurra absolutamente nada más. No me gusta desvelar nada, pero cuando a alguien le explota una bomba en la cara lo mínimo, si no se queda en el sitio, es una cirugía estética y una sordera. Pero al guionista debió parecerle demasiado guapa la protagonista como para deformarle la cara.
Monaghan como invidente, a ratos. No entiendo mucho de ésto, pero en ocasiones se le ve demasiado confiada y otras veces parece que no se da cuenta de nada ¿Cómo es posible que no escuche los pasos o al respiración de un hombre que está a dos metros de ella? De todas formas, casi es la mejor de la película, porque lo que es Michael Keaton…solo digo que mientras que Alan Arkin consiguió que tuviera pesadillas, Keaton lo más que pudo conseguir de mi fue una cara de poker. Quizás a películas como Batman le vayan bien esas posturitas y esas caras, pero aquí estaban de más. En cuanto a Barry Sloane, que se puede decir de alguien que es capaz de asesinar a sangre fría a una persona y luego se enfada porque tiren a un gato por la terraza. Otro de los tantos sin sentidos.
En fin, una película totalmente prescindible. Si tienen tiempo y están buscando suspense mejor revisen la filmografía de Hitchcock o vean la de Terence Young.
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