lunes, 6 de mayo de 2013

# animación # comedia

CRÍTICA BUSCANDO A NEMO, "FINDING NEMO" (2003-2013)


BUSCANDO A NEMO, “FINDING NEMO” (2003), ANDREW STANTON Y LEE UNKRICH


Valoración: 10 / 10


AÚN SIGO NADANDO, NADANDO, NADANDO...
Por P. Sherman, C/ Walaby 42, Sidney...perdón: por Lucía Pérez García

¿Puede haber algo más feliz? Creo que junto a La sirenita y El rey león es la película que más veces he visto, y que seguiré viendo sin cansarme una y otra, y otra, y otra vez…y así hasta el infinito y más allá. En mi vida hay un antes y un después de Buscando  Nemo, ambos unidos por un Hakuna Matata omnipresente.
Mi historia empieza mucho antes de Hércules, muchos eones atrás…desde el día en el que al mundo llegué y me cegó el brillo del sol, miré donde otros solo veían y alcancé mis sueños. Cuando quería volar, solo tenía que pensar en algo encantador, subir en mi alfombra mágica y recitar las palabras ¡Salacadula chachicomula bibidy babidy bu! Solo entonces podía  cabalgar por las nubes hacia mi mundo ideal, hacía el país de Nunca Jamás. No importaba la distancia, lo que realmente importaba era descubrir colores en el viento. Todo era viscoso pero sabroso. Se escuchaban canciones que hacían suspirar. No había nadie como yo, tan fuerte y tan veloz.  Era libre para hacer mi ley, libre para ser el rey…perdón, la reina. Quería ser un gato jazz, el más mono rey del swin, practicar escalas y arpegios y…¡arriki tiki tiki! Era como un oso dichoso y feliz para el que las abejas zumbantes fabricaban miel en exclusiva. Mi mundo era perfecto en su quietud, todo estaba en su lugar.
Pero un día me di cuenta de que la vida bajo el mar era mejor que el mundo de aquí arriba. Descubrí que en otros lados las algas eran más verdes y me sumergí bajo el mar. Nadé, nadé y seguí nadando, nadando, nadando. Buscaba lo más vital, lo que era necesidad, no más, y me olvidé de las preocupaciones.
Mío, mío, mío. El gran océano era todo mío. Me enganché a la corriente australiana del este, no sin antes comprobar si había una medusa en mi bota, y me dejé llevar. Conocí al gran tiburón Bruce, que me enseñó que los peces eran amigos, no comida, y me invitó a un festín, gran festín, a un banquete de postín a base de algas, corales y esponjas. Conocí a un grupo de tortugas hippies surferas. Conocí a Dori, que me enseñó a haaaaaaaaaaaaaaaaaauuublaaaaaaaaaaaaaaaaaouaaaaa balleeeenooooooouuuu y a apreciar los pequeños detalles. Y conocí a Marlin, un asustadizo pez payaso que había recorrido los siete mares buscando a su hijo Nemo. Era un don nadie, pero se convirtió en un héroe verdadero. De cero a héroe en un pis pas. Había nacido una estrella más, una estrella del mar. Los últimos en incorporarse al grupo fueron Nemo y un grupo de pececillos acuariófilos que navegaban en sus respectivas bolsitas de plástico impermeables.
Desde entonces, cuando estaba con mis amigas y alguna preguntaba: quilla ¿qué vamos a hacer hoy? La respuesta no era: no sé che, ¿Tú qué quieres hacer? Sino que directamente alguien decía: ¡ver Buscando a Nemo! Y allá que íbamos a respanchingarnos en el sillón para disfrutar por enésima vez de la película. Ya nos sabíamos de memoria los diálogos, pero daba igual. La felicidad, como Dori, parecía no tener memoria, y volvía con cada sesión peliculera como si fuera la primera.
Ahora Nemo regresa al cine, esta vez en 3D. Volver a verla es una oferta que no sé si podré rechazar, porqué la tentación vive arriba y me llama continuamente. Pero yo me quedo con la versión original. No me hace falta el 3D para pegarme un chapuzón de lo más refrescante y sobre todo, infinitamente FELIZ, FELIZ, REQUETEFELIZ.

PD: si no entiendes mi crítica, es que te hace falta una buena dosis de cine Disney. Ya estás tardando demasiado: La Cenicienta, Los aristogatos, El libro de la selva, La sirenita, La Bella y la Bestia, Pocahontas, El rey león, Hércules, Toy Story…y por supuesto, Buscando a Nemo

PD2: Proximamente también buscaremos a Dori

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