Por Lucía Pérez García
¿Dónde está verdaderamente la magia? ¿En la leyenda y la tradición? ¿En el recuerdo? ¿En unos personajes fantásticos? ¿En una historia de aventuras, lazos familiares y espíritus del pasado? ¿En la historia dentro de la historia, dentro de la historia? ¿En la propia magia de contarlas todas juntas sin perder un ápice de imaginación? Kubo pulsa las cuerdas mágicas de la emoción desde que te preguntas si lo que estás viendo es realmente stop-motion o animación digital. Desde que te frotas los ojos, vuelves a mirar, y sigues con la boca abierta.
Laika tiene su propio mundo. Diversos, como el de Coraline. Alucinantes, como el de Norman. De queso, como el de los boxtrolls. Mundos increíbles que dan al escultor un status privilegiado en la animación. Que te descolocan la mandíbula ante la imposibilidad de cerrar la boca de asombro. Mundos tan impensables e inconcebibles que la mente solo puede procesarlos con la fascinación del olor a plastilina. Tanto es así, que parecía que más allá de aquellos mundos maravillosos no había nada nuevo. Hasta que llegó Kubo con su guitarra mágica, y un poquito de CGI, a contarnos su historia.
Y así, música mediante, con la falsa diégesis de Dario Marinelli en compañía del mismo Kubo, un mono, un guerrero escarabajo y un sinfín de aventuras por el Japón feudal, no podemos más que quitarnos el casco ante Travis Knight, noble caballero del stop-motion.
Valoración: 9 / 10
KUBO Y LAS DOS CUERDAS MÁGICAS “KUBO AND THE TWO STRINGS” (2016)
Director: Travis Knight
Género: Animación, aventuras
Duración: 101 min.
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