Reparto: James Franco, Logan Marshall-Green, Danny McBride, Richard Jenkins, Tim
Blake Nelson, Ahna O'Reilly, Beth Grant, Jim Parrack, Jesse Heiman, Scott Haze.
Valoración: 7 / 10
AGONIZANTE PERO SORPRENDENTEMENTE BIEN ADAPTADA
Por Lucía Pérez
García
Después de leer a Faulkner, mi visión literaria cambio
por completo. Puntos por todas partes. Frases inconexas. Párrafos
desconcertantes. Monólogos surrealistas. Lo más profundo del subconsciente.
Confusión. Sensación amarga. No sé si me gusta. Algo tiene. Como un profeta
esquizofrénico de Cormac McCarthy. Después de leerlos una vez, dejas uno y
coges otro. No se pueden decir más cosas con menos.
Adaptar a Cormac McCarthy es difícil. Con Faulkner
desparece la palabra adaptación. Pero James Franco, con su
supercalifragilística y megalómana personalidad de artista multidisciplinar y
con insomnio, la ha hecho aparecer. Sorprendentemente. El problema es que al
pasar a cine tamaña empresa es necesario decir más cosas de la cuenta. Entonces
ya no sería un cine puramente faulkneriano. Aun así, el acierto es más que
pleno.
La historia de por sí es difícil de digerir. Una familia
de un pueblo del Mississippi. De esas de anciano en mecedora con sombrero de
paja, pantalones de peto, banjo en mano y mordisqueando una pajita con el único
diente sucio que le queda. Que podría perfectamente ser vecina de aquellas
inquietantes familias de Deliverance.
Pues eso. Una madre agonizante que se muere, Addie Budren (Beth Grant). Anse Budren (Tim Blake
Nelson), el padre que no parece padre. Cinco hijos. Cada cual más extraño.
Cash, el mayor (Jim Parrack), obsesionado con la carpintería. Fabrica el ataud
delante de su madre moribunda. No le importa. Solo piensa en sus herramientas. Jewell
(Logan Marshall-Green), el preferido de mama. El más normal de todos. Darl (James Franco).
Todo lo sabe. No sabemos como. De tanto saber está medio loco. Un personaje
bastante complejo y especialito. Como los que le gustan a James Franco. Dewey
Dell (Ahna O’Reilly), la única mujer entre tanto hombre extraño. Extaraña ella.
También. Es inebitable. Y Vardaman (Brady Permenter), el niño del que no sabe
uno que pensar. Su madre es un pez. Repite. Su madre es un pez…
Todos
juntos. En un carro. Dos días de camino por bosque y caminos pedregosos para
llevar a su madre muerta al su pueblo. Como ella quería. La muerte es peor para
los que quedan que para quien se va. Ella ya descansa en su ataúd. Más bien
sigue agonizando aun muerta. El resto siente su muerte de distinta manera. Y la
familia deja de ser familia por un momento. Se vuelve esperpento. Es un cuento
amargo. Es un cuento agonizante.
James
Franco es experto en este tipo de historias donde la alegría brilla por su
ausencia. Historias de gente problemática o con problemas, gente enigmática: The Broken Tower, Howl, Sal, Palo Alto…algo
que puede espantar al publico a las primeras de cambio. Hay que tener estómago,
algo de sensibilidad artística contemporánea, de comprensión por el artista
experimental y por el experimento artístico que es su propia persona y muchas
ganas; para ver una película salida de la mente, las manos y la cámara de James
Franco. O eso, o que te guste demasiado. Ésto ultimo es más fácil. No se le
puede negar. El envoltorio es demasiado irresistible. Aunque ni siquiera esto
funciona siempre, sino prueba a ver The
letter…si aguantas, te habrás ganado el puesto de fan número uno. Yo
aguanté…con todo el dolor de mi alma cinéfila.
Para
reflejar en pantalla lo que en el libro son quince narradores diferentes, con
sus correspondientes monólogos mentales que rozan la locura, recurre a ciertas
florituras que pueden parecer excesivas, pero que realmente terminan
funcionando. El abuso de la pantalla partida es interesante. Los diferentes
puntos de vista mostrados de una sola
vez acercan al espectador al estado mental de los personajes. Desconcertante.
Engaña al ojo. Por un lado vemos un primer plano. Por el otro un plano
subjetivo. Sabemos lo que piensa y lo que exterioriza el personaje. Sabemos
donde está. También sabemos como reaccionan los otros. Lo vemos todo. Lo
sabemos todo. Como Dash…y como él, nos volvemos un poco locos.
El mayor
acierto, sin duda, es la ambientación. Uno de los retos más difíciles es recrear un mundo de una narración poco, o
nada, descriptiva. Hay que tirar de imaginación. Y como imaginaciones hay una por
cada lector, lo normal es que no coincida con lo que uno se montó en la cabeza
en su momento. Sin embargo, James Franco ha hecho pleno. Desde el reparto hasta
casi el olor. Porque llega un momento en el que podemos oler la putrefacción
del cadáver.
El
trabajo de los actores termina por redondear la obra. Tim Blake Nelson se mete
tanto en el papel que ni siquiera se le entiende cuando habla. Incluso llega a
dar un poco de grima. Es el perfecto cateto estadounidense. Ahna O’Reilly
soporta casi todo el peso dramatico. Incluso Danny McBride, en un papel
minúsculo, está estupendo. Todo en su justa medida. Sin exageraciones. Solo
James Franco desentona en ciertos momentos. En primer lugar, porque ni sucio tiene
pinta de pueblerino (le pasa como a Paul Newman). Y en Segundo lugar, por la
subida de ceja estilo Carlos Sobera, demasiado forzada. Pero no se le puede criticar
es su elección del personaje. De todos, el de Dash era el más adecuado para él.
La sensación general es buena. Aunque no es
una película para todo el mundo. Solo para los que se hayan leído el libro, para
los que les guste el cine diferente, el cine especial de este hombre, y para
l@s fanáticos de su persona. Si no te gusta James Franco, mejor ni lo intentes.
Aunque si has leído a Faulkner, deberías intentarlo.
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