Reparto: Tom Payne,
Olivier Martinez, Stellan Skarsgård, Ben Kingsley, Emma Rigby, Michael Jibson,
Elyas M'Barek, Makram Khoury, Dominique Moore, Fahri Yardim
Valoración:
3 sobre 5
DUDOSA PERO ENTRETENIDA ADAPTACIÓN
Por
Lucía Pérez García
“Cuando Rob le cogió la mano,
algo se transmitió del cuerpo de la mujer a la mente del chico. Fue una
relación: supo con absoluta certeza lo que a su madre le ocurría. No pudo
llorar ni gritar. Se le erizaron los pelos de la nuca. Sintió un terror
absoluto. No podía haberle hecho frente si fuera adulto, y solo era un niño…”
Así
describe Noah Gordon el don de Rob Cole, el chico que soñaba con vencer a la
muerte, porque era capaz de sentirla con sus manos. Y así enlaza la película de
Phillip Stölzl con el libro. El resto, es otra historia…
Hay
adaptaciones y adaptaciones. Las hay geniales y casi al pie de la letra como: Matar a un ruiseñor, Bailando con lobos o Brokeback Mountain, por decir algunas de
las mejores. Las hay que, cambiando algunos aspectos, no sabrías decir cuál es
mejor, si el libro o la película, como por ejemplo ocurre con Jurassic Park. Las hay malísimas, como Timeline. Y las hay que incluso mejoran
lo escrito, como De aquí a la eternidad
y, en mi opinión, esta que nos ocupa hoy, El
médico.
En
el fondo, es la misma historia: la de un chico del siglo XI con un extraño don
por el que es capaz de intuir la muerte, Rob Cole (Tom Payne), al que el
fallecimiento de su madre le lleva a buscar su futuro en la medicina, para lo
cual decide ir a Ispahán (Persia) a estudiar con el sabio Ibn Siná (Ben
Kingley). Pero si entramos en el detalle nos encontramos ante una historia
totalmente diferente. Las relaciones entre los personajes, los sucesos,
acciones y circunstancias que los mueven, incluso algunos sentimientos y rasgos
de personalidad, se distancian bastante de la novela de Noah Gordon. Sin
embargo, al contrario de lo que cabría esperar, el resultado es curiosamente
satisfactorio.
La
novela se hace a ratos entretenida y a ratos pesada. Se detiene demasiado en
descripciones de rutas y en detalles que no aportan nada a la historia, como
las decenas de páginas que dedica a la iniciación de Rob en las artes
malabares, y a veces te entran ganas de saltarte algún que otro capítulo.
Mientras que la película no aburre en ningún momento. El hecho de tener que
adaptar un relato de casi 900, le hace un favor al mismo ya que, por razones de
metraje, se ven obligados a obviar todos aquellos detalles superfluos y a introducir
algunos cambios que, más que empeorar la cosa, la hacen más interesante y,
claro está, más cinematográfica.
La
ambientación, sin meterse en derroteros históricos, está bastante conseguida, sobre
todo en lo referido a la suciedad; y los paisajes son grandiosos. Lo cual,
junto a la fotografía, le aporta un aire a película épica tradicional. Se te
vienen a la mente títulos como El reino
de los cielos o Ágora, con las
que tiene en común la subtrama religiosa y esa atmósfera color tierra tan
característica, entre otras cosas. A parte, tiene un poco de todo: historia, aventuras, romanticismo, comedia...
En
general, una película entretenida, en mi opinión, bastante más que el libro;
veremos a ver qué ocurre con las otras dos novelas de la trilogía.
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