Reparto: Hugo
Silva, Mario Casas, Jaime Ordóñez, Carmen Maura, Terele Pávez, Pepón Nieto,
Secun de la Rosa, Carolina Bang, Carlos Areces, Gabriel Delgado, Macarena
Gómez, Enrique Villén, María Barranco, Javier Botet, Manuel Tallafé, Santiago
Segura, Alexandra Jiménez, Javier Manrique.
Valoración: 6 / 10
HABERLAS, HAYLAS…
Por Lucía Pérez García
Buenas, malas y regulares; feas y guapas; monstruosas o
impecablemente femeninas. De todo hay en la viña del…demonio. Una viña que debe
de dar muy buenas cosechas porque, como dice Mario Casas, un aquelarre es como
una botellona, pero medieval. Es decir, una especie de tiaso báquico en versión
moderna lleno de ménades enloquecidas que se divierten descuartizando hombres y
devorando sus entrañas. Cualquiera se atreve a ir de turismo enológico por
estos lares…
Lo malo es que a veces el turismo no se hace por placer,
sino por casualidad. Y casualidades de la vida quisieron que dos ladrones
fueran a dar con sus huesos en el mismísimo infierno. Y cuál fue su sorpresa al
comprobar que el demonio no era el gran cabrón (que así se le llama en el arte
a este bicho) que pintaba Goya, sino una diablesa, que da mucho más miedo,
porque las mujeres, si quieren, pueden ser más malas que el hambre. En cambio
el hombre, cuando tiene hambre, come y se echa una siesta, porque es el rey de
la selva.
Esto no es nada nuevo. Si te paras a mirar detenidamente
los detalles de la decoración de una catedral románica o gótica, encuentras
mujeres por todas partes aludiendo a los pecados capitales. Es más, si te fijas
bien en el techo de la Capilla Sixtina, verás que la serpiente que le ofrece la
manzana a Eva tiene rostro de mujer. Y así sucesivamente. Para el mundo, al
mujer siempre ha sido una criatura sibilina, astuta y malvada; pero, de
repente… ¡La Virgen! La historia dio un giro y las pocas brujas que quedaban
fueron a esconderse a la oscuridad de
una cueva recóndita, dígase: Salem, Eastweek, Springfield, Canal 47 o Zugarramundi.
Muchos años después, un tal Alex de la Iglesia (vete tú a
saber de que iglesia), viene a sacarlas de su escondrijo; un escondrijo que
bien parece una pintura de Goya, donde el negro domina sobre todos los colores,
las figuras y las almas se deforman y desfiguran, y los ojos brillantes nos
miran desde la locura. Y una vez liberadas, ¡Qué Dios nos coja confesados!
Dice el director que siempre ha sentido que las mujeres
tienen el poder y que los hombres están en inferioridad de condiciones. De ahí
que ellas sean unas brujas malas medio satánicas y ellos unos tontunos…pero
después de todo, ni ellas son tan malísimas como las pinta ni ellos tan
idiotas. Es más, ellas tienen su corazoncito y su gracia; y ellos en el fondo
son unos inocentones y unos buenazos. Total, que es todo un batiburrillo de
cosas que se acaba liando más de la cuenta. Un caos.
Con sus más y sus menos, sus sorpresas y sus situaciones
predecibles, sus momentos cómicos y no tanto, según el gusto del consumidor;
sus idas, venidas, vueltas y revueltas; y un reparto sorprendente, Alex de la
Iglesia arma la de San Quintín, si es que cabe nombrar aquí a un santo. El
éxito de taquilla está asegurado, en primer lugar, por las quinceañeras (y las
no tan quinceañeras) que vayan a ver a Hugo Silva y a Mario Casas y, en segundo
lugar, por la excelente campaña de publicidad que han llevado a cabo los
responsables de la promoción de la película. Yo la he visto, y eso que no soy
muy de cine español. La razón, a saber, será que las brujas me han lanzado un
conjuro. Seguro que a ti también. Y sinó, tiempo al tiempo.
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