Reparto: Nora Arnezeder, Fu'ad Aït
Aattou, Anne Parillaud, Vincent Perez, Anne Consigny, Fellag, Nicolas Giraud,
Olivier Barthelemy, Matthias Van Khache, Pierre Abbou, Tayeb Belmihoub, Salim
Kechiouche
Valoración: 7.5 / 10
LA CONFUSIÓN DEL ATARDECER
Por Lucía Pérez García
El amor nace
donde le viene en gana. No necesita una tierra donde hundir sus raíces. Su
semilla brota de la nada y crece hasta convertirse en todo. Pero ese todo el
limitado. Alberga tanta claridad que no deja ver las sombras. Y un mundo sin
sombras corre el peligro de abrasarse.
Lo contrario
ocurre con el odio. Éste prende en cualquier suelo y se afianza tanto a sus
estratos que termina por consumir sus recursos, lo deja seco. Seco de todo.
Seco, por tanto, de amor. Entonces el mundo se vuelve oscuro y frío.
Sin embargo,
hay personas que confunden el odio con el amor o, incluso, el amor con el odio. De forma equivocada siembran el amor en
la tierra y dejan que el odio crezca en su corazón. Ya no distinguen el día de
la noche.
Esto no es
nuevo, ni será viejo jamás. Y esto es lo que ha querido retratar el argelino
Alexander Arcady (Le coup de sirocco)
en esta adaptación de la novela de Yasmina Khadra. Por un lado, la historia
romántica de Younes, o Jonas; un argelino reintegrado en la comunidad colonial
francesa. Y por otro, la historia política del propio país, que en 1954 se
reveló contra la ocupación francesa (1830-1962), obligando a miles de argelinos
de origen europeo y a los musulmanes simpatizantes a abandonar el país. Dos
clases de amor, el amor por el ser amado, por la familia y los amigos; y el
amor por la patria. Y dos clases de odio, el odio de la impotencia y el odio al
extraño e, incluso, al hermano. Dos
caras diferentes, si, pero de una misma moneda. Tan difícil es separarlas como
mantenerlas unidas. Y ahí surge el conflicto y el interés de la película.
Más allá de
esto, no hay detalles brillantes, pero no por ello la película se desmorona. Es
más, sus dos horas cuarenta minutos se pasan de forma agradable (y eso es una
cualidad difícil de conseguir en este tipo de largísimometrajes). Las
actuaciones no son la mejor baza. De hecho, el protagonista, Fu'ad Aït Aattou,
nos mira siempre con la misma cara, lo cual puede dar un poco el cante; pero es
eso precisamente lo que le da un aire de confusión que encaja muy bien con su
situación, la de alguien que se ha perdido en su propia identidad. Tampoco el
resto del reparto destaca precisamente, pero en conjunto nos brindan escenas
que van desde divertidas, como algunas de las ocurrencias de los jóvenes amigos
(por cierto, es sorprendente el parecido de los actores en todas las etapas de
sus vidas, desde niños, hasta ancianos); hasta las más tensas, cuando se va
gestando el ambiente de la guerra civil y cada uno obra según sus convicciones,
dejando en segundo plano la amistad, la lealtad y el amor.
En el aspecto
formal tampoco es nada novedosa: planos panorámicos de las distintas zonas de
Argelia, desde el desierto a la ciudad;
Transiciones convencionales en los saltos de tiempo, etc, etc…pero lo
que aquí cuenta es otra cosa.
Al final todo
se resume en las palabras de un niño: <<Amigos para siempre>>.
Porque en los niños no existe el odio. Para los niños no existe la noche. Y
todos, en el fondo, seguimos siendo un poco niños, aunque a veces lo olvidemos.
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