QUIMERA (2013) RICARDO ROJAS
7º
CERTAMEN INTERNACIONAL ESCENA MOBILE - CASA DE LA PROVINCIA
EL
BOSQUE ENCANTADO
Por Lucía Pérez García
Dicen que las hadas y los duendes no existen. Pero yo no lo
creo. También dicen que no existen las criaturas fantásticas y que la mitología
es solo eso, un mito. Pero yo creo en lo increíble. Porque lo he visto.
He estado caminando por un bosque encantado. Un lugar
misterioso donde uno parece flotar. Todo en él estaba como tejido en el
aire. Y todo era de colores. Unos
colores vivos, brillantes y, sobre todo, felices, muy felices. Era como si
alguien hubiera cogido un ovillo de
lana, lo hubiera atado a un extremo y hubiera recorrido el bosque dejando
correr el hilo en una danza ritual y mágica.
Al principio sentí
cierto respeto, pues no sabía qué clase de
criaturas habitarían este bosque. Así que volví mi andar sigiloso y me deslicé tímidamente por los caminos de telarañas.
criaturas habitarían este bosque. Así que volví mi andar sigiloso y me deslicé tímidamente por los caminos de telarañas.
De repente se empezó a escuchar una música como de
campanillas. Parecía el sonido de miles de estrellas cayendo a modo de
brillantina. Mire al cielo haber si veía algo. Nada. El cielo no era cielo, era
blanco, porque así los colores se sentían más protagonistas. Y de él no caía
absolutamente nada. Pero la música seguía sonando, haciéndome sentir como en un
cuento de hadas.
Continué mi camino.
Los hilos tiraban de mí hacia adentro como si fuera una marioneta. Seguía sin
ver a nadie. Era yo, los hilos y la falsa brillantina. Cuando estaba a punto de
darle la razón a aquellos que decían que las criaturas fantásticas no existen,
apareció ante mí una imagen sorprendente. Allí mismo, ante mis propios ojos, se
presentó un panorama maravilloso. El ovillo de lana que había tejido el bosque
con sus pasos de baile, se había recreado especialmente en este lugar, dando
rienda suelta a su creatividad espontanea. Seguro que era de allí de donde
brotaba la música, pues no se puede concebir lugar más feliz.
Allí todo era igualmente colorido y todo estaba igualmente
como cosido en el viento. Pero entre los hilos y las ramas de los árboles
pululaban hermosos animalillos: unicornios, faunos, centauros, loros, toros,
inofensiva como sus
compañeros, así que me envalentoné y decidí acercarme.
tortugas…y presidiéndolo todo, en el centro, una quimera, con su cabeza de
león, su cuerpo de cabra y su cola de dragón. Había escuchado que las quimeras
escupían fuego por la boca y sentí miedo al verla. Sin embargo, parecía tan
Al verme, abrió sus fauces mounstrosas. Caí al suelo
asustada, esperando la llamarada que acabara con aquel sueño. Pero de su boca
no salió llama alguna, sino palabras:
-Mi nombre es Quimera. Soy la dueña y señora de este bosque.
Puedes quedarte entre nosotros si lo deseas o puedes volver a tu mundo y contar
lo que has visto para que los hombres vuelvan a tener fantasía. No les digas
que me has conocido y que has hablado conmigo. Pues mi nombre quizás les
confunda. Solo cuenta lo que has sentido. De esta forma, seguro que su corazón
despierta y se abre a lo increíble. Solo entonces podrán venir a visitarme y
comprobar si realmente soy una quimera.
Pero antes de irte,
debes pasar una prueba. Debes cruzar por la zona oscura. Allí te estará esperando
Odracir, el hombre del bosque. Debes contener tu miedo y acercarte. Si
consigues mirarle a los ojos sin sentir dudas en tu interior, habrás vencido a
la ignorancia. Solo entonces podrás regresar y cumplir tu misión.
Hice lo que me dijo y volví por el camino indicado. Conforme
me acercaba al lugar donde habitaba Odracir, el ambiente se iba haciendo cada
vez más siniestro. Ya no había claridad. Tan solo unos pocos rayos de luz que
luchaban por colarse entre las ramas. El suelo estaba lleno se hojas secas. Y
allí, de pie, mirando al infinito, como ausente; estaba el hombre del bosque.
Parecía una criatura surgida de la naturaleza. Una raíz que hubiera brotado del
suelo y tomado forma humanoide. Pero debía vencer el miedo. Le miré, pues, a
los ojos. No hizo nada. Y yo comprendí que le había vencido. Era tan solo una
obra de la naturaleza, como otra cualquiera, y merecía el mismo aprecio que el
resto. Me despedí y me dirigía a la salida. Me sentía mucho más feliz que
cuando llegué. Y no es una quimera.
No quiero terminar sin hablar someramente sobre el artista,
el sevillano Ricardo Rojas. Su exposición se encuadra dentro de la programación
del 7º Festival de Escena Mobile, un lugar de encuentro de artistas
“discapacitados”, cuyo objetivo es demostrar que el arte está dentro del ser
humano y no tiene límites.
Las obras de Ricardo Rojas son una especie de fusión
arte-naturaleza. Están hechas a base de materiales simples: ramas de árboles,
lana, alambre, cuerdas...que se entremezclan de forma libre ahondando en las
emociones, la fantasía y, sobre todo, en la alegría. Se trata de un arte
conocido como arte outsider, donde lo realmente importante es el proceso
creativo. Y donde las sugerencias priman sobre las formas y los materiales;
unos materiales simples que se transforman en algo nuevo y, hasta cierto punto,
improvisado y sorprendente.
Dicho ésto, la invitación queda completa. La visita solo os
ocupará unos minutos, pero la felicidad no entiende de tiempo y el tiempo es
solo una quimera…
Bonita y original manera de expresarnos tu crítica.
ResponderEliminarMe ha sumergido totalmente en la obra del autor.